martes, 12 de abril de 2011

El fantasma del excluido: El hombre andino bajo estrategias de dominio

Max Pinedo Paredes

A finales del 2005, la ONU declaró al 2008 como el Año Internacional de la papa. Más allá de debatir sobre la futilidad de estos anuncios y títulos o la inocente idea que ante la eminente sobrepoblación mundial, rotular a un año en nombre de este tubérculo lleve inmediatamente a una vorágine de financiamiento público de la investigación agrícola, considero más importante analizar el uso que se le da a estos discursos.

Desde mediados de la última década, nuestro país pareciese estar en boca de todos. Para el poblador común, ser bombardeado con propaganda acerca de cómo el país avanza y las pomposas cumbres internacionales que se desarrollaron en nuestro territorio, sobre las cuales pocos conocen a cabalidad su significado, para luego llegar a enterarse que incluso un año fue elegido bajo la imagen de nuestro tubérculo bandera, pone al Perú en boga. Y es un motivo lógico para sentir orgullo. Lo cual no pasa desapercibido para el empresario con buen olfato.

A finales de mayo del 2008, la empresa PepsiCo con su marca Frito-Lay sacó al público un comercial de su nuevo producto, Lay’s Andinas. De acuerdo a la empresa, su objetivo no pasaba sólo por el comercio del producto en el mercado interno, sino que sobretodo estaba pensado para el exterior. Por otro lado, el beneficio pareciese ser recíproco, pues la compañía ponía de manifiesto su relación comercial con los agricultores de Apurímac y Junín a quienes comprarían alrededor de 300 toneladas como materia prima del snack, además de capacitarlos brindarles asistencia técnica, entre otros beneficios. Pablo Montivero Araya, Gerente General de PepsiCo Alimentos comentaba en la presentación del producto:

"Con Lay´s Andinas, Frito-Lay busca revalorar un cultivo ancestral 100% peruano, fomentar el consumo de las Papas Nativas y destacar la labor de los agricultores alto andinos, al ser un cultivo que solamente crece a más de 3,500 msnm en las zonas más recónditas del Perú. Para sacar adelante el proyecto hemos suscrito contratos con cada agricultor, para así asegurar la compra de su cosecha por anticipado" (1).

El trabajo no apunta a cuestionar la veracidad de los argumentos o si el interés es netamente comercial. Creo que determinar intencionalidades sería muy complicado e incluso poco productivo. El objetivo en cambio, es analizar el comercial, pues allí se encuentra mucho más de lo que se dice y claves para un análisis social posterior. Como mencioné antes, Frito-Lay el 31 de Mayo mostró su spot publicitario al público en general y a partir de ese día, entró en rotación en televisión de señal abierta.

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Este comercial empieza su narración con dos campesinos en camino a una chacra. Uno de ellos, el abuelo, al llegar comienza un relato en quechua acerca del carácter místico de la tierra y la cultura que fue edificada sobre ésta. Dado este valor cuasi divino de la tierra, la papa que es su principal fruto, es la mayor maravilla de la naturaleza. En ese momento, la historia toma un giro. El color sepia que acompañaba a la narración en quechua, se oscurece totalmente para regresar no sólo en colores, sino en español. Ahora los agricultores, siguen sacando las papas para producir Lay’s Andinas. Un hombre llega a la comunidad que lo recibe con sonrisas. El hombre, vestido de camisa y pantalón, siembra también su papa en la tierra mientras la narración nos indica que Frito-Lay contribuye al desarrollo de la comunidad alto andina. Finalmente, una niña entrega sus papas al empresario, y éste le devuelve una bolsa de Lay’s Andinas que toda la comunidad degusta mientras un mensaje nos recuerda que al consumirla, también obtenemos salud y bienestar.

Hay algunas cosas que este comercial nos dice de manera explícita y muchas otras que si bien están ahí pasan inadvertidas para muchos. Siguiendo a Slavoj Zizek (2), “el inconsciente está expuesto, no oculto” o dicho entre líneas y es nuestra labor retirar este velo sublime de la fantasía. Parafraseando a Zizek, la cosificación de una ideología – en nuestro caso este spot publicitario – pone en relieve los antagonismos sociales que tratan de tapar lo Real. Esta fantasía, no debe entenderse como una estrategia para ocultar esta suerte de crisis social y velar la realidad sino todo lo contrario. Una fantasía que sirva como sostén de ésta.

Pero saliendo de la posición crítica, es válido preguntarse por qué este spot publicitario nos parece normal, efectivo y hasta cierto punto encomiable. Analicemos desde el rasgo más superficial y evidente. En el spot existen dos polos radicalmente opuestos y ajenos el uno al otro. El primero de ellos es el campesino. Un agricultor quechua hablante que ha sido ubicado en la posición más externa de la modernidad. Él cultiva aún con sus manos y viste las ropas más representativas de lo andino para el inconsciente de la ciudad. Es en pocas palabras, un paradigma de lo premoderno. Al otro extremo, el empresario. Es el sujeto moderno que nos representa. Aquel que viste un traje, el capitalista que quiere invertir y ayudar. Un sujeto que llevará la modernidad a ese paraje olvidado del desarrollo.

El primer paso para que este spot funcione tan bien, es encajar con lo familiar. Es decir, encontrar su nicho en el inconsciente colectivo de la posición que debe tener el sujeto andino y el de la ciudad. En pocos segundos, ha reconstruido la identidad de lo propio y lo ajeno. Y para ello se basa en diversos factores de oposición. Al hombre andino, no sólo lo tenemos con la indumentaria más tradicional y familiar de nuestro imaginario de lo que son los Andes y su poblador. Éste no sólo tiene que hablar en quechua, sino que además se le niega cualquier herramienta de trabajo y aunado a todos esos detalles, no debemos dejar de percibir la ausencia de color en su narración como rasgo de lo primitivo de su posición de enunciación. Ésta es la reconstrucción del fantasma del paradigma indigenista, que divide y opone dos esferas, a un Perú oficial, al de la costa y/o ciudad y al Perú profundo, arcaico, premoderno, que urge de ayuda y que se le brinde la mano para salir de su enclaustramiento temporal. Y el agente de este cambio es nuestro individuo de la ciudad. Él trae no solo el español y el color sino también la modernidad y el desarrollo a la población.

Somos testigos y partícipes de esta realidad de la exclusión en la cual el hombre andino es expulsado hacia otro tiempo y lugar. Al espacio del mito que sostenga la fantasía de la modernidad dirigida. Aquella en donde el Estado y el empresario, ciudadanos de la ciudad letrada y garantes de la cultura y desarrollo, sean los únicos e innegables agentes de esta transformación del campo. Y esto no es un caso aislado.

Otro rostro de este discurso lo podemos ver como una constante en los comerciales del Estado peruano en su promoción a la minería. Uno de ellos utiliza una estrategia similar a la de Frito-Lays, en donde el campesino agradecía el aporte de la minería ya que gracias a ella, ha dejado de cocinar con carbón pues ahora lo hacen de manera más segura con cocinas de gas. U otro que agradece a la minería pues con su arribo ahora los alumnos del colegio ya pueden leer en los estándares requeridos. No es difícil advertir, que el discurso sobre el desarrollo se lo debe entender como uno de dominio social. Donde los excluidos son el blanco de prácticas de control y producción de regimenes de verdad.

La idea básica de la fantasía, es configurar al indio como un individuo inherentemente premoderno ya que de esa manera es más fácil negar sus propuestas o realidad inscritas en la modernidad y así, poder dominarlos social y económicamente. El proceso de la denegación (3) de la modernidad andina, permite ese doble juego de aceptación y negación que sostiene el fantasma que el hombre de ciudad siga ejerciendo su poder como el buen patriarca. Un oligarca que tiende la mano y ayuda al desvalido. En pocas palabras, la fantasía del indio premoderno sostiene esta realidad oligarca que excluye y domina al otro.
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Zizek nos dice que nuestra concepción de la realidad es “el mínimo de idealización requerida para sobrellevar el horror de la realidad” (4), y lo Real es justamente ese algo que se escapa de nuestra simbolización (o dialectización) y se convierte en el obstáculo. En otras palabras, en una brecha de nuestra percepción que debe ser tapada por el fantasma. Lo Real en este caso, es justamente que el mundo andino tiene el derecho a crear una imagen de sí mismos y tener su propio proyecto de modernidad, haciendo de la imagen canónica del Perú profundo no otra cosa que una mera narrativa. Por tanto, la perennización del hombre de ciudad como el oligarca caritativo y tutelar resultaría simplemente falaz e inconsistente.

Para poder atravesar esta fantasía, el primer paso debe consistir en derrumbar su velo sublime. Mostrar al fantasma y hacer visible su inconsistencia mediante la identificación con el síntoma. El síntoma, de acuerdo a Lacan, es la muestra de lo intromisión de lo simbólico en lo real. Y es sobre ese punto a donde debe apuntar el análisis crítico. A la identificación con el excluido. Mostrarlo, hacerlo público, nos permite recordar las arbitrariedades de nuestros esquemas conceptuales, tanto social como económico que siguen privilegiando la posición de un sector de la población en detrimento de otro.



REFERENCIAS

(1) http://www.stakeholders.com.pe/revistas_pdf/stakeholders_11_.pdf
(2) ZIZEK, El acoso de las fantasías. P. 11.
(3) UBILLUZ. Nuevos Súbditos. P. 49.
(4) ZIZEK. (1992) P. 30.


BIBLIOGRAFÍA

  1. UBILLUZ, Juan Carlos. Nuevos Súbditos. Lima, IEP Ediciones, 2006.
  2. ZIZEK, Slavoj. El acoso de las fantasías. Madrid, Siglo XXI, 1999.
  3. ZIZEK, Slavoj. El sublime objeto de la ideología. Buenos Aires, Siglo XXI, 1992.

Bajo la piel, de la masculinidad: la mujer como vacío del hombre

Alexis Patiño-Patroni

El cine de horror asociado a la agresión destructiva sobre nuestros semejantes tiene ya una larga tradición, tanto en el “mainstream” cinematográfico como en sus registros independientes de bajo presupuesto. Desde donde se plantee, muchas de las intersecciones de esta temática –prefiero evitar la etiqueta género— han logrado siempre funcionar como un poderoso canal de crítica a ciertas estructuras convencionales en la sociedad occidental[1]. Algunas de las sugerencias (deliberadas o inconcientes) que se formulan desde el horror sobrenatural, las películas de asesinos y destazadores o los thrillers, tienen mucho que ver con la forma como se organizan las relaciones socio-políticas y de género en el mundo contemporáneo. Por ello en el presente artículo propongo una interpretación de Bajo la Piel de Francisco Lomabardi (1996), porque esta es a mi juicio la película peruana que mejor organiza estos mensajes críticos y que por lo general escapan a la interpretación estética de los críticos de cine. La lógica narrativa de Bajo la piel es efectiva sobre todo por los insumos que utiliza: asuntos histórico-sociales y políticos, el tema de la formación de la identidad subjetiva y su vinculación con la sexualidad. Mi análisis parte de un diálogo con el artículo de Sarah Barrow, “Violence, Nation and Peruvian Cinema: a critical análisis of Bajo la Piel”[2] sobre la constitución de la violencia como un rasgo distintivo en las identidades colectivas en el Perú. 

Bajo la piel sugiere dos elementos de la tradición cinematográfica del horror que van a servir como desestabilizadores de las mentalidades modernizadas en el Perú. En primer lugar, la puesta en evidencia de las divisiones y los antagonismos de la sociedad peruana en el contexto igualitario e institucional de la democracia moderna. En segundo, el asunto de cómo las identidades de género, la ideología monogámica y su concepto de amor sexual, expresan compulsivamente la naturaleza siempre incompleta de los sujetos. Además, estas realidades subjetivas y fundamentales para la formación de las identidades sociales se develan como construcciones culturales en un franco proceso de declive. 

Veamos primeramente en que consiste la interpretación de Sarah Barrow, para marcar algunas diferencias importantes en la forma de “interpretar” las intencionalidades discursivas de la película. Para la autora, Bajo la piel vincula distintos ingredientes a)la barbarie de nuestros ancestros precolombinos (los moches y su brutalidad mítico-mágica), b)nuestra antagónica y fragmentada herencia colonial, c)la violencia política de los ochentas, relacionada al accionar de “Sendero luminoso” y d)el condimento que otorga la historia de un asesino serial en medio de una relación amorosa[3]. Todo esto expresa en Barrow, una necesidad académica por asir la historia peruana, entendida como una especie de alma violenta, que la película reproduciría como estereotipo espiritual de la peruanidad. En la mirada de la autora, la Nación peruana, (desde la narrativa inconciente de Bajo la piel), estaría obligada a repetir inacabadamente su naturaleza conflictiva y beligerante. Es por ello que vinculo los procesos referidos al relato específico del film. Discutiendo estas ideas, planteo que la violencia en la película es en realidad un escenario histórico-cultural (violento), que sirve de piso simbólico al relato predominante, a saber, una relación de pareja típicamente conflictiva y dolorosa que muestra una alegoría de la libertad sexual de la mujer y el consiguiente reacomodo de la masculinidad patriarcal. Es verdad que los peruanos interactuamos bajo la sospecha, la agresión y la separación del “otro”, sin embargo mi interpretación plantea que esto se establece en el film, no desde la vinculación entre un pasado violento y el presente anómico, sino desde el develamiento de las practicas y las relaciones socio-políticas tradicionales. 


En la interpretación de Barrow se denota una obsesión interpretativa por insertar la película y sus temáticas en el registro de la muerte y la violencia, asociando al Perú de los últimos 30 años (el Perú de Sendero Luminoso) en una continuidad histórica con la brutalidad de los moches y sus sacrificios humanos; de hecho la autora hace referencia a otras películas de Lombardi de corte político como la Boca del Lobo (1988), en donde se aborda directamente la temática de la subversión. Al proceder de esta manera la interpretación de Borrow es en si misma una reproducción del primitivismo social que ella critica. De alguna forma, ella convalida la idea de que los peruanos estamos condenados irremediablemente a relacionarnos mediante las relaciones que muestra el film. Mi idea es que la referencia a los moches y sus prácticas son un recurso que Lombardi y su guionista (Augusto Cabada) despliegan para generar un gancho mimético satisfaciendo los estándares narrativos de ciertas audiencias, más cosmopolitas (norteamericana, europea). Dada la fascinación exótica y estética del “primer mundo” frente al Perú como nación milenaria, la película asume una estrategia de impacto, que consiste en resaltar la tradición cultural, etno-histórica, y arqueológica de las culturas preincaicas. Sin embargo de ahí, a vincular la violencia cotidiana de un pueblo rural de la costa, con un ritual específico de los moches y la violencia de sendero luminoso, parece haber una auto-imposición, un salto interpretativo que parece infundado, y que expresa una voluntad explicativa totalizante de amarre histórico, que deja escapar la fuerza de las alegorías concretas del film. 

Cuando se habla del degollamiento, el guión traza una ilación entre el mundo precolombino, la justicia colonial y los métodos de ajusticiamiento de Sendero Luminoso, sin embargo esta mención es excesivamente marginal al conjunto de la película. El peligro de esto es caer en el lugar común que vincula Barrow entre tradición cultural, violencia subjetiva y violencia revolucionaria, no entrando en los lugares simbólicos de desencuentro real (amoroso) y nacional (sociopolítico) que develan la materialidad de las prácticas sociales cotidianas que plantea el film. Es por eso que mi interpretación se sumerge no tanto en el tema de la violencia explícita, la cual procede de una serie de asesinatos de motivaciones desconocidas (no necesariamente mítico-mágicas), si no en lo que subyace y acompaña a la historia criminal que se cuenta: primero, la imposibilidad de la relación idílica entre hombres y mujeres. Segundo, la persistencia de instituciones y prácticas sociales neo-coloniales en el contexto de la democracia institucional de los noventas. 

En Bajo la piel Percy Corso (José Luis Ruiz) es un jefe de policía en el pueblo de Palle, un lugar costero del norte del Perú en donde se levantan las ruinas y la herencia de los moches. Corso busca al asesino de cuatro jóvenes, quienes han sido brutalmente decapitados. Sospecha del profesor Catalino Pinto (Gianfranco Brero) un arqueólogo erudito y experto en la sabiduría precolombina, a la vez quejoso de la inmediatez y la banalidad en la que ha caído la vida contemporánea, y de la cual los jóvenes son representantes. Percy se enamora de Marina (Ana Risueño), la patóloga encargada de revisar las cabezas de las víctimas y quien nos es claramente presentada como una mujer autónoma profesional y sexualmente. El Plot del film se desenvuelve cuando esta última abandona al policía, haciéndole notar su mediocre desempeño sexual, para luego acostarse con Gino (Diego Bertie), el hijo del Alcalde de Palle, un muchacho díscolo y abusador, en virtud de la condición social y política de su padre, y que ha sido criado en los valores patriarcales y patrimoniales tan comunes en el Perú. 

Durante la celebración de una fiesta popular en el pueblo, y teniendo retenido al profesor Pinto como sospechoso de los crímenes, Percy observa a Marina en compañía cariñosa de Gino, para minutos después encontrarse con que Pinto se ha colgado en su celda mientras sus subordinados dormían ebrios en sus escritorios. Corso decide esconder el cuerpo en su casa. A la noche siguiente Corso sigue a Marina y Gino hasta para observarlos masoquistamente copulando; esto marca un segundo momento de desestabilización a la masculinidad de Corso. El primero recordemos fueron los comentarios sarcásticos de la Dra., sobre el mediocre “polvo” que se echo con el policía. El segundo es el reemplazo por el otro hombre que si cumple aparentemente con las necesidades sexuales de la mujer. Luego, Percy invita a Gino a su casa, donde este último se vanagloriara de sus conquistas sexuales y expone como debe tratarse a las mujeres. Conminado por el policía, Gino reconoce su affaire con la Dra., equiparándola con una chuchumeca –una mujer gosoza del sexo y con las habilidades sexuales de una prostituta—. Esto desata la ira más incontenible en el enamorado representante de la ley, quien la transgrede nuevamente, asesinado a Gino. Percy decapita el cuerpo y tira la cabeza por el pueblo, haciendo creer a la comunidad que el asesino “degollador” aún anda suelto. De hecho la comunidad pensaba que el profesor Pinto había escapado. El policía entierra los cuerpos del arqueólogo (el presunto degollador) y Gino en el desierto, siendo visto por un poblador. Enterados de esto el alcalde y su corte, conducen a Percy al lugar del entierro con la intención de desenmascararlo; lo que emerge sin embargo es el cuerpo de un perro, Napoleón, la mascota de Percy que había muerto unos días antes. Superada la acusación, el policía retoma bajo otros términos la relación “sexual” con Marina. 


División social, patrimonialismo y la exposición de la fachada democrática
En 1996, el régimen autoritario de Alberto Fujimori, gobernaba en una situación de adaptación conveniente de las reglas democráticas: un congreso producto de un quiebre constitucional, con referéndums a medida, con grupos paramilitares de persecución y aniquilamiento, buscando la ley de re-reelección, etc. A través de su anti-política, el régimen de Fujimori, creo una red de prebendas muy amplia que funcionaba a través de una serie de operadores políticos (gente proveniente de partidos políticos desmembrados por las crisis de credibilidad partidaria de los ochentas) que movilizaban y articulaban a los sectores populares generando un consentimiento hegemónico. Las organizaciones sociales, de base, etc. van a comenzar a tener un peso importante en como se hacen las políticas sociales, como se negocian los presupuestos, los cargos y en general los sentidos más variados acerca de cómo la ley puede adaptarse a los intereses de los poderosos, en complicidad con las masas.

Es justamente por lo anterior que uno de los aciertos del film consiste en resaltar las figuras de la familia Leyva. Gino y su padre, don Fausto, el alcalde de Palle, (Jorge Rodríguez Paz) son los representantes de la persistencia de un tejido sociopolítico hibrido, estructurado no en función a los criterios impersonales e ideales de la democracia y la ley moderna, en donde la ley es idealmente igual para todos, sino por el contrario, estructurado por un acuerdo tácito en donde los privilegios sociales y políticos son un instrumento de poder, segregación, discriminación y dominación. Si en el régimen de Fujimori, los sectores populares fueron insertados en una lógica clientelar, que les permitía valerse de la ley para construir sus identidades sociales, en la película de Lombardi se va a develar como todavía estas relaciones patrimoniales marcan una lógica de subordinación entre patrón y cliente. Cundo Slavoj Zizek, se mofaba de la gente que se escandalizo con las denuncias de pedofilia hechas a Michael Jackson, nos muestra al comienzo de su texto “El acoso de las fantasías”, que los apetitos del rey del pop siempre estuvieron a la vista de todo el mundo, desde el inicio, en sus pasos de baile hyper-sexualizados y en la forma como jalaba juguetonamente de sus genitales. Zizek nos propone que la verdad de las cosas siempre esta expuesta afuera, ante nuestros ojos. Esta interpretación puede ser exagerada, sin embargo es útil para el caso del patrimonialismo y el clientelismo que expresan Gino y Fausto Leyva, y que Borrow apunta, pero en el que sorprendentemente no se detiene. Ahí hay un claro ejemplo de estas relaciones sociopolíticas y el tejido de sus interacciones cuasi-feudales de interacción social y de administración de justicia. 

Veamos, al inicio de la película cuando el comisario Percy y su ayudante manejan por el desierto, deben salvar a Gino de un campesino quien a punta de caballo y escopeta pretendía matarlo. El joven se había colado en la chacra de Avelino Sulca y había violado a su hija. Gino es trasladado a la comisaría y es careado con el campesino que quería tomar justicia a mano propia. En un principio el comisario Percy regaña al local por suplantar las funciones de la ley “que te crees Avelino, que estamos acá de adorno”!. Sin embargo Percy sabe que Gino miente, conoce sus antecedentes, por lo que decide encerrarlo, a pesar de las quejas y lisuras del joven. Cuando don Fausto (el alcalde), llega a interceder por su hijo, la verdad ya expuesta (la impunidad del poder social y político) queda claramente establecida. El alcalde le habla al teniente Faura (Gilberto Torres), el segundo de Percy, como si fuese su empleado: 

Me cago en tu capitán, me entregan a mi hijo en este momento, (…) ya ya, no hagas que me amargue (…) no entiendes no, oye sambo tu eres bruto o te haces, o me vas a encerrar a mi también, (…) carajo, ponme un dedo nomás.
Llega el comisario Corso
FL: Que paso Percy?, porque me lo encierras al chino,
PC: esta detenido por abusar de una menor.
FL: Dice quien?
PC Avelino Sulca
FL: Quien?, no me jodas pues hombre! O sea que metes preso a mi hijo por lo que ha dicho un indio borracho
PC: Lo siento Don Fausto, son procedimientos
FL: Ven ven, vamos a hablar con calma, cuéntame, cuéntame
PC: Usted lo sabe y no es la primera vez, a Gino hay que ponerle un freno
FL: Si carajo, ese muchacho es mi cruz, que no daría yo para que estudie algo, para que haga algo útil en vez de andar puteando por ahí
PC: Tal vez disciplina don Fausto
FL: Pero meterlo preso,… porque se tiro a una cholita. Ya pues Percy la policía no esta para esas cosas, a ver porque no agarran al degollador!!, la gente esta asustada.(…) Ayúdalo a mi hijo, el te respeta, (…) En el fondo no es un mal chico, un poco chueco nomás (…) Te estoy hablando como amigo, (agarrando al policía de la nuca) no seas mala gracia, mira que cuando yo me amargo ha ha……”.
PC: Esta bien, pero no quiero verlo vagando por la calle… Sácalo (dirigiéndose a Faura) 

En la cita anterior don Fausto Leyva, nos muestra como la verdad esta claramente expuesta en un afuera, en la cotidianidad de las relaciones sociales. En una breve secuencia de película emergen las estructuras sociales que todavía dominan imaginarios, valores e instituciones. La alusión al carácter de la ebriedad andina es antigua, relaciona al hombre rural con la barbarie, la anulación cognitiva (justamente ese carácter irracional, mágico y mítico de los moches), pero también lo vincula al terreno de la irresponsabilidad y la ignorancia frente al trabajo moderno y la ley respectivamente. En segundo lugar, la alusión a que la violación de una joven no debe ser un problema, denota sin anestesia la voluntad de la sociedad patriarcal-poseedora por permanecer vigente en un mundo que se le escapa de las manos: un mundo de autonomía para las mujeres y leyes universales que le otorgan los mismos derechos que a los hombres. Evidentemente Marina es el ejemplo de ese nuevo tipo de mujer, aunque claro, ella no es una india campesina violada, sino una doctora criolla con acento español que “entrega libremente su cuerpo”. En tercer lugar, lo anterior se refuerza cuando Leyva indica que la ley no debe perder tiempo en asuntos domésticos, como si la violación de una niña fuese un tema privado y de alcoba en el cual lo público no tendría porque intervenir. Más aún, en el discurso de Fausto Leyva la violación de su hijo esta catalogada casi como un deporte, como una impune actividad recreativa, “que no daría para que estudie algo, en vez de andar puteando por ahí”.

Adicionalmente es importante notar como la autoridad tradicional (caudillista-patrimonial) que representa Leyva insta perversamente al policía, a la autoridad que representa, a la identificación con su función de goce: “el deber” punitivo, pero que al mismo tiempo es ridiculizado por el alcalde como impotente. Cuando Leyva sopesa como una tontería menor la detención de su hijo frente al hecho de que la policía no pueda encontrar al asesino, se mofa cínicamente de la ley protectora que él mismo demanda. 

Entonces esta secuencia representa el develamiento de relaciones de poder muy concretas. El poder que sostiene las estructuras democráticas de un país híbrido institucionalmente. Sabemos que en el Perú han sido los mistis: los hacendados y gamonales, los nuevos caciques criollos o las viejas familias de apellido las que deciden finalmente como se aplica la ley. En este caso, es el poder de hecho de los liderazgos regionales, y su estructura de clientelas y redes sociales y de operadores políticos, a lo largo de la estructura administrativa del Estado. Es por eso que el comisario Percy, deja libre finalmente a Gino, porque se sobreentiende que don Fausto (Un Patrón) tiene el poder necesario para removerlo del cargo de comisario, o perjudicar su carrera. Además, la película también nos presenta esta precaria realidad institucional en otros actores de la sociedad. El criollo periodista de Palle en busca de la noticia amarilla es un aliado del alcalde en busca de favores y beneficios, y el fiscal que viene a investigar los hechos también nos es presentado como un burócrata subordinado a las influencias de Leyva. [4]
Pues bien, estos caracteres tradicionales asociados al poder y el abuso de la autoridad en el Perú, están siempre relacionados a un tipo de masculinidad. Los padres o patriarcas, son amos cuasi dinásticos, es decir, están envestidos de rasgos monárquicos y absolutistas, inclusive su estatuto social y político les otorga derecho divino sobre la vida de todos aquellos sujetos que estén por de bajo de la vara de su poder. La mujer siempre estuvo subordinada a este posicionamiento, siendo relegada a la función reproductora, doméstica y teniendo un rol simbólico de receptáculo de los deseos libidinales del hombre tradicional, aquel que inconcientemente busca superar la contradicción de poseer a su madre y a una “puta” al mismo tiempo. Es por ello que a la autoridad tradicional y el tipo de relaciones sociales y políticas verticales y asimétricas que representa la película, se le contrasta la masculinidad patriarcal quebrada que muestran Percy Corso y Catalino Pinto. Una masculinidad debilitada y tímida, casi afeminada, institucionalizada. Esto nos sirve de puente para entrar al tema de la liberación de la mujer-objeto, planteada como vació del hombre, en el contexto de la sociedad posmoderna, en donde las posiciones sociales y los roles de genero se desdibujan hasta la intercambiabilidad o la polivalencia de posiciones. 


La mujer como la estaca narcisista del hombre

Retomemos las figuras del profesor Pinto y el policía Percy Corso, para introducirnos en la irrupción de la mujer como factor desestabilizante de la identidad masculina y de la tradición. El primero es la representación de la autoridad del conocimiento. Es un arqueólogo, profesor del área de las ciencias humanas, un excavador del saber. Ese poder sin embargo ya esta de por sí, debilitado frente a su espejo científico, las ciencias naturales –las supuestas representantes del conocimiento exacto. De alguna forma las ciencias sociales y humanas se feminizan ante el poder de verificación de las ciencias empíricas. Dentro de las coordenadas de la película, una idea acerca del debilitamiento de las humanidades viene dado por el carácter apático e indiferente de las nuevas generaciones y de la gente en general, frente al conocimiento y la cultura. (Una especie de conocimiento estéril, que no sirve para nada). Esto puede verse claramente cuando el profesor Pinto explica a un grupo de muchachos, visitantes del museo, los ceremoniales moche. Uno de ellos hace una broma, compara la cara de una de las momias con la de un compañero, interrumpiendo al profesor y causando las carcajadas de todos. El rostro desencajado de Pinto y su expresión de pesadumbres: “muchachos, por favor” explicita la derrota y la banalización del conocimiento. Lo anterior se refuerza cuando el profesor Pinto es interrogado por Percy Corso; aquí se deja en claro que uno de los posibles móviles para el degollador de Palle, es su repudio ante una juventud descarriada y entregada al libertinaje o la inmediatez que ofrecen los estilos de vida contemporáneos en desmedro de la educación y la cultura: 

Corso: Debe ser bonito no?. Enseñar
Pinto: Ni crea, puede ser muy triste
Corso: Triste?, porque?
Pinto: Usted cree que a esos estudiantes les interesa lo que yo se?, hum.., la mayoría de los jóvenes no valora el conocimiento capitán. Hay mucho inútil, mucho mediocre que solo quiere un cartón. Uno tiene que recibirlos en el museo todo el tiempo y repetirles las mismas cosas, como si les importara! 

Por aquí si hay un camino claro para la violencia del degollador: eliminar a jóvenes calenturientos, irresponsables e ignorantes. De hecho los policías comprueban que el arma asesina es un tumi (un cuchillo ceremonial de los moches) que el profesor exponía en el museo de Palle. Este artefacto ceremonial cortando las cabezas de los jóvenes varones es de alguna manera la tradición que se niega a ser superada. El tumi asesino del profesor Pinto es el conocimiento degradado, desautorizado, ante el goce y la funcionalidad de la vida contemporánea, que se expresa finalmente con el suicidio del arqueólogo. El cual para la voz obscena del alcalde de Palle no era otra cosa que “un anormal que se hacía pasar por sabio”

Por el lado del capitán Corso, tenemos la representación de la ley, la investidura del poder institucional de las fuerzas de represión-coacción que la propia democracia moderna consagra. Aquí en principio se retratan los elementos de la lógica racional, y el deber como valores masculinos, sin embargo la entrada de Marina en la vida del policía es lo que visibiliza la crisis de esos valores. Paradójicamente el comisario Corso nos es mostrado como un hombre atípico: enamoradizo, fiel, leal, probo, etc. Y sin embargo es contra el hombre más feminizado, que el poder de la mujer (Marina) embate todas sus baterías. Aquí hay claramente una inversión de los roles tradicionales. Marina asume el poder de la posición patriarcal y disfruta de su sexualidad con uno u otro sin mayor compromiso. Percy sin embargo, (el representante institucional de los valores patriarcales mencionados) exhibe los rasgos femeninos estereotípicos de la dulzura, el cariño, la cortesía y el rápido enamoramiento que reclama estabilidad. 

La prueba más clara de que Corso, al buscar concientemente (desde la ansiosa racionalidad policial, masculino-tradicional) la declaración del asesino degollador, esta al mismo tiempo expresando el deseo inconciente que trata de articular la pulsión de muerte que le genera la vinculación entre Marina y Gino y el robo de la plenitud de su goce, en función al ideal sexual de la pareja binaria. Esto se expresa con claridad en la siguiente escena. El comisario sigue a Marina y Gino hasta la casa en la que entablaran una relación sexual, viendo inclusive parte del coito a través de una ventana. Al día siguiente Corso espera a Gino en la calle, le ofrece tomar unos tragos juntos y le invita a su casa:

Corso: Seguro ya barriste con todas las hembras de Palle no?, (…) Cuenta pues (…).
Gino: Las he tenido de todos los sabores y colores, (…) total, con todas se puede hacer lo mismo.
Corso: Pero nunca te haz enamorado de nadie?
Gino: Para que, que se enamoren los cojudos
Corso: Nunca te vas a casar?
Gino: (…) yo no aguanto mucho tiempo con la misma hembra, algo se jode, me empiezo ha artar, me aburro de su voz, me provoca pegarle, puta!! meterla en el mismo hueco para siempre, eso es contra-natura, y sabes porque, porque ninguna hembra es lo suficientemente buena para competir con todas las otras. (…) por más rica q sea, tarde o temprano te va a gustar otra. Es como el chocolate, te llega a empachar (...)
Corso: Mira pues yo juraba que te habías enamorado, te vi bailando en la fiesta con la Dra. Castro (…) Que paso ahí, puedes contar o no? (…) Le tengo curiosidad a la doctora, la he tratado muy poco pero parece una chica rara, inteligente (Interrumpido por Gino)
Gino: Una perraza, eso es la tal Marina, buena para culearsela y punto, cosa que pienso seguir haciendo de cuando en vez…(…) no bien empieza la fiesta (…) me echa el ojo (…) nos ponemos a bailar, me doy cuenta que esta buscando a alguien que le arrime el mango. La acompaño a su casa, me hace pasar, prende la lamparita, pone música, saca gin, hielo, agua tónica, todo lo tenía preparado la muy puta
Corso: Puta por que?
Gino: Estas en una fiesta, se te acerca una fulana y te levantan ahí. Por eso va a ser puta?, no necesariamente, puede ser una hembrita que quiere conversar. Muy bien, te lleva a su casa te pone un trago y se te manda, va a ser puta por eso?, digamos que no, le gusta ir al grano pero puta no. Ahora, te lleva a su casa, te abre la puerta, te baja la bragueta y jua.! Empieza a chupartela hasta las bolas, es puta o no es puta, no jodas pues huevón!!
Corso: Ya dejalo ahí!
Gino: Oye espera (…) tu a una puta le pagas para que te haga las cochinadas que quiere, esta cojuda te las pide
Corso: YAAhh!!!
Gino: Porque te pones así, (…) te molesta q hable de ella… ah te haz templado de la Marina, oye no seas imbécil como te vas a templar de esa “chuchumeca”, ni tu ni yo sabemos cuantos metros se habrá metido en la boca esa cojuda!!.
(Corso desenfunda su pistola metiéndole dos tiros en el pecho a Gino). 

Aquí es necesario deslindar nuevamente con el argumento de Barrow, como he adelantado, no es la violencia en si misma (el asesinato de Gino) la finalidad del guión de la película, sino el recubrimiento fantasmático de una incomodidad: las relaciones de pareja, la sexualidad y la ideología monogámica. Estas relaciones son contadas desde una historia atravesada y sazonada con violencia, por ello la muerte y la violencia no pueden ser asumidas aquí literalmente, sino en términos simbólicos. Ella representa la independencia de algo. Es la expresión del desencaje de algo que deseamos y fantaseamos como posibilidad de unión sin fracturas: la relación de pareja idealizada y la encarnación que hace Percy Corso de esto a través de la figura de Marina. La violencia simbólica expresa la barbarie de otra época y de nuestra historia como bien lo señala Barrow, sin embargo el asunto de los sacrificios mítico- mágicos de los moches y la historia del degollador serial de Palle, delinean a mi juicio un escenario-campo de batalla entre hombre y mujer y sus negociaciones por la afirmación de sus identidades de género dentro de la relación de pareja en el contexto de crisis del patriarcado y la sociedad machista. Por eso es interesante notar la frase del profesor Pinto cuando ilustra a sus alumnos y al comisario sobre la cultura Moche y su oscura dualidad: 

“El arte Moche puede ser muy hermoso, pero refleja un mundo terriblemente cruel. Creo que por eso nos fascina tanto, porque demuestra que la belleza y el horror pueden coexistir dentro de una misma cosa”

Al interpretar la continuidad histórica entre la barbarie de las culturas precolombinas y la violencia política de finales del siglo pasado[5], Barrow desconoce el proceso de modernización presente en el tiempo republicano del Perú (por más frágil y trunco que este pueda haber sido). Como lo ha mostrado Juan Carlos Ubilluz para el caso de algunas narrativas peruanas (literarias y cinematográficas)[6]. Uno de los etiquetamientos ideológicos en los que caen autores de las procedencias sociales más variadas (criollos y andinos, capitalinos y provincianos), se basa en construir una imagen de la nación como cercada, dividida entre la modernidad de las elites urbanas desarrolladas y el primitivismo a-histórico del mundo andino, rural. Este sostenimiento que separa entre civilización y barbarie a la nación peruana, invisibiliza como las comunidades herederas de las tradiciones milenarias (como la de los moche por ejemplo) han construido y negociado su propia modernidad y su propia manera de procesar la violencia y el conflicto armado. De esta manera, interpretar Bajo la Piel como una ilación natural entre los rituales de descabezamiento moche, los ajusticiamientos de sendero luminoso, las violaciones de derechos humanos y la violencia del pueblo de Palle, implica de alguna manera caer en la figura de la nación cercada. De hecho en la lectura de Barrow, se sugiere al pueblo de Palle, como un lugar de expiación para los personajes, como si hubiesen sido abandonados a su suerte en esa ciudadela decadente que se cae a pedazos y que además remembra el lugar de los moches y sus prácticas rituales plagadas de brutalidad. Ese es entonces desde la óptica del fantasma un lugar físico fijo, que no puede escapar a la repetición de su alma primitiva, y cuyo representante es el degollador. Al hacer prevalecer una lectura socio-histórica de este tipo, se banalizan las verdaderas pulsiones que la película presenta. 

Esta contra-lectura al enfoque de Barrow, se desprende de la propia literalidad del supuesto asesino, de la cita precedente del profesor Pinto, que la misma autora identifica pero sin llegar a plantear a la relación sexual monogámica como correlato de la violencia del degollador. La frase de Pinto, introduce la conflictiva e inseparable relación entre amor y muerte, la dualidad freudiana entre eros y thanatos, que implica en este caso castrar la identidad del hombre para construirla en función a las exigencias de una nueva mujer. Cuando Percy es abandonado y ridiculizado en su desempeño sexual, su identidad ya algo pasiva cae en crisis, entra en locura ante el alejamiento del objeto poseído, que ahora se independiza a su antojo (Marina, y los ideales de la mujer que completa y ordena). Como Carol Clover lo ha mencionado, en el cine de horror, detrás de la crisis de un hombre esta la presencia de una mujer que representa lo oculto, lo irracional, lo sobrenatural o lo indecible. Si la crisis del profesor Pinto puede representar el formato grande: el desborde de los ideales modernos, la caída de los metarrelatos y los proyectos universales; la crisis de Corso es una arista de ese proceso de decadencia, es la irrupción definitiva de la mujer ya no como complemento de las posesiones del hombre: como madre, como esposa modelo o como objeto de deseo permanente, etc. Todo lo contrario, la mujer es el desencaje del hombre. Y en buena hora, porque este proceso es radicalmente democrático, ya que implica la transformación del mundo de las relaciones de pareja, al plantear el acontecimiento de superar una masculinidad patriarcal. [7]
De hecho, uno de las tretas de la película es invitar sugerentemente al espectador a sospechar que la propia doctora es la asesina. Esa asociación no es gratuita, porque a lo largo del film se nos ha mostrado a Marina como la representación de aquello que no encaja en la masculinidad de Percy. Ella es la nueva mujer independiente, que sale del ámbito doméstico y su posición pasiva para ir a la universidad, disfrutar de su sexualidad y desentenderse de la presión social. En términos de Barrow, Marina es la femme fatal, identificada desde la tradición del film noir. Cuando la audiencia –sobre todo masculina— pone en sospecha a la Dra. Marina, como posible asesina, lo que devela es un mecanismo de defensa en los hombres ante los ideales que ese personaje transmite. La nueva masculinidad debe hoy por hoy construirse a partir de esta experiencia de la mujer que desestabiliza. Aquella que con su poder y dubitación permanente le recuerda a Percy en diferentes pasajes de la película: 

Me e voy a bajar del auto, déjame aquí!!, (…)
Ahora si eres hombre!!, (…)
No te estarás enamorando no?, no lo hagas, no te lo recomiendo, Te va a ir mal. (…)
No quiero estar con nadie. (…)
Marina: Total que a pasado entre nosotros, solo no hemos acostado un par de veces, nada más
Percy: Eso fue todo para ti no? un par de buenos de polvos?
Marina: Buenos??? 

De esta forma la masculinidad del policía debe confrontarse con las típicas preguntas del hombre tradicional: la mujer que copula a su antojo y experimenta con su sexualidad es una puta?, y esa mujer puede descompletar al hombre en cualquier momento, abandonarlo o reemplazarlo por otro hombre?, y ese hombre la poseerá mejor que yo, la hará gozar?, alguna vez la hice gozar?, etc. En el sentido anterior la mujer de la sociedad post-patriarcal se convierte en una estaca o herida narcisista del hombre y sus rezagos tradicionalistas. Esta locura hace tambalear al patrón patriarcal-monogámico como eje cultural de occidente. De hecho esa es la fantasía primordial sobre la cual esta construida nuestra civilización y que Bajo la piel acierta en develar a través de un típico thriller de suspenso y sexo, asociado a una secuencia de asesinatos seriales. 

La confirmación del reconocimiento de esta herida subjetiva y la aceptación acerca de la imperfección y la incompletud de las relaciones monogámicas, aparece develada en la película por dos elementos complementarios, a partir del secreto y la mentira como la base fundacional que permite la unión final entre Percy y Marina. Hay dos momentos cruciales en el film en el que ambos se mienten mutuamente en pos de la continuidad de su vínculo. El primer momento se desarrolla cuando después del asesinato de Gino, Marina vuelve al comisario Corso; después de pasar la noche juntos entablan la siguiente conversación: 

Marina: Te parecerá que estoy loca (refiriéndose a su comportamiento errático), todos los que me conocen lo piensan, hasta yo misma lo he pensado, (…)todo lo hago mal, siempre me equivoco
Corso: (…) porque estabas en el entierro de Gino?, no te pido cuentas de nada, pero para que te voy a mentir, esa noche los ví bailando juntos en la fiesta de la plaza, dime el te gustaba?
Marina: No, gustarme no, era divertido pero para un rato, yo creo que se confundió conmigo, la noche siguiente a la fiesta de la plaza vino a buscarme a mi casa como si fuera su novia, me imagino que pensaba q tenía derecho sobre mi por el hecho de haber estado conmigo, prácticamente lo eche de mi casa, me da pena, fue la última vez que lo vi. Que quieres saber si me acosté con el?
Corso: Lo hiciste?
Mariana: No. (Después de una pausa reveladora de su mentira. Corso de hecho los había visto en plena relación sexual)

El segundo momento de ocultamiento como posibilidad de la integración entre Percy y Marina parte también de la interrogante que hacia el final de la película abruma a Marina. Esta sospecha que Percy ha tenido algo que ver con la muerte de Gino, ata cabos, se angustia y confronta al policía:

Marina: Hay cosas que me confunden Percy, y eso no me deja estar tranquila, yo ví la cabeza de Gino, la incisión era tan irregular, distinta, y los ojos; eso lo hizo otra persona. No puedo de relacionar detalles
Corso: Me estas acusando Marina, tu también?
Marina: Lo único que quiero es que seas sincero conmigo, necesito saber la verdad sea lo q sea, nunca se lo diría a nadie, pero tengo que saber. Tu tuviste algo que ver con la muerte de Gino
Corso: Esta es la última que voy a hablar de esto contigo o con cualquiera
Marina: Lo hiciste?
Corso: No 

De esta forma la reserva de cierta parte de la subjetividad de los individuos, un espacio inapropiable, se sugiere como un punto de partida para la construcción de la confianza entre pares y en particular de las relaciones de pareja, pero que parte del reconocimiento mutuo que se deja entrever por la complicidad de ambos ante sus secretos y mentiras, guiadas por un principio de placer “irrefrenable” que empuja a los sujetos a trasgredir el pacto monogámico y las leyes sociales (la infidelidad de Marina y el asesinato de Percy) 

Barrow identifica y reconoce el silencio y el encubrimiento referido, sin embargo su línea interpretativa vuelve a efectuar un salto desde las subjetividades imperfectas de Percy y Marina, empujadas a la satisfacción de sus deseos, hasta plantear que este ocultamiento de la verdad se relaciona con la forma como las autoridades peruanas asumieron un silencio indiferente ante la forma como la represión militar y gubernamental enfrento a sendero luminoso, generando las más abiertas violaciones a los derechos humanos, torturando y desapareciendo personas. No es este un nuevo salto autoimpuesto desde una valoración sesgada de la autora acerca de la realidad política peruana y la intencionalidad del film? 

Más que referirse a una memoria colectiva que despierta con la película y reconoce por fin ante todos los sectores sociales las sórdidas violaciones de derechos humanos, cometidos por el Estado y las fuerzas armadas, las pretensiones de Bajo la Piel están –como hemos tratado de probar— asentadas en las relaciones cara a cara. En la falla original del contrato democrático y en el desencuentro de la pareja idealizada

Ese lugar de desencuentro o lo que en términos de Lacan, se frasea comúnmente como “la imposibilidad de la relación sexual”, se refiere a la mistificación idealizada y totalizada que se hace del vínculo monogámico de pareja, renegando la falta subjetiva esencial y encubriendo la dimensión normativa (impuesta) de la ideología judeo-cristiana sobre la sexualidad. En el psicoanálisis de Jaques Lacan las fantasías de completud, pueden asumir la posición de lo que se conoce como el fantasma. Para Lacan la condición humana se caracteriza por la búsqueda de un goce u experiencia placentera imposible, lo cual parte de una perdida primordial (esta perdida se refiere a la separación primordial del niño y la madre como un hecho doloroso e irreversible y la entrada en el mundo simbólico). Lo que Lacan llama fantasma, ofrece una promesa para reencontrase con lo que se perdió. La promesa de este encuentro definitivo con lo perdido nos hace fantasear con el recubrimiento de nuestras faltas y dolores inconcientes. La relación de pareja idílica es una fantasía en ese sentido. Al identificar y fetichizar a la mujer (Marina) como un recubrimiento específico de sus faltas –otros recubrimientos pueden ser el sexo, las drogas, el consumo, el éxito profesional, la acumulación económica, etc.— el capitán Corso sueña con la eliminación de sus faltas inherentes. Sin embargo, como el bien lo reconoce, esto es imposible. 

En el plano final de la película aparece Percy en una hamaca, sonriente en un día soleado. Aquí su voz en off le cuenta a la audiencia que la vida no es perfecta. Se nos sugiere que a pesar de que Marina esta embarazada, el esta dispuesto a soportar sus incertidumbres y sus cambios de humor. Esta dispuesto a asumir la posibilidad del abandono, el dolor, la infidelidad y cualquier experiencia similar de cortocircuito a las expectativas de completud que posiciona la idea de pareja occidental y sus imperativos morales en las subjetividades. Percy acepta la castración de su masculinidad tradicional, para develar la fantasía del idilio romántico, y abrirse al conocimiento de la mujer como parte de su vacío necesario y permanente. Entonces, más allá de formular una continuidad histórica atravesada por la violencia, el inconciente político de Bajo la piel, nos invita a pensar la violencia como una metáfora de un antagonismo natural. Desde el lugar de lo público-colectivo: el conflicto estamental presente en el tejido sociopolítico peruano que devela el poder de los Leyva; desde una lectura individual: los retos de la subjetividad patriarcal de Percy Corso, para la superación de una férrea y sagrada ideología monogámica.



REFERENCIAS
1] Ya desde los cincuentas, estas películas querían mostrar la escisión subjetiva de los individuos y los deseos inconcientes relacionados a la sexualidad. Buñuel por ejemplo, en Ensayo de un crimen (1952), utilizaba los conceptos psicoanalíticos para mostrarnos las dificultades que conllevan la sexualidad y la elección de la pareja. Después con Psychode Alfred Hitchcock (1960), el cine va introducir al gran público una serie de conceptos psiquiátricos asociados a las enfermedades mentales. Luego se explotara la mostración y la explicitud de la violencia y los fluidos abyectos del cuerpo humano, estas son las películas “serie b” de Gordon Herschell Lewis, como Blood Feast (1962), o 2000 maniacos, (1964). Finalmente la oposición entre centro y periferia, urbanidad y ruralidad, la liberación sexual y la represión o la posición de la mujer en la sociedad, serán los temas escondidos (aunque favoritos) de las películas slashers consolidadas en los años setentas y ochentas.
[3] Recordemos que para el año 1996, el cine de Hollywood ya tenía algunos años bombardeando a la audiencia global con innumerables thrillers y películas psicológicas que planteaban de una manera más estética y científica la disfuncionalidad psiquiátrica, la agresión sobre el otro género, la sexualidad, etc. En este sentido la película de Lombardi, se alinea con un momento comercialmente favorable para este tipo de demandas de la audiencia.
[4] El patrimonialismo denota la relación de subordinación y servidumbre entre un patrón y sus protegidos o clientes. En el caso de Bajo la piel El alcalde Fausto Leyva (Jorge Rodríguez Paz) es la figura prototípica de lo que queda de los hacendados terratenientes costeños y serranos. Son los llamados gamonales, quienes vivían en un régimen de reminiscencias feudales protegiendo y explotando a la población indígena u obrera circundante a sus tierras y operaciones. En términos políticos la película que tal vez retrata mejor la forma libidinosa en como el poder regional se estructura en una red de prebendes mafiosas es La ley de Herodes Luis Estrada (1999). En donde se hace una alegoría a la forma como el PRI minó la administración pública mexicana, concentrando el poder a través de un tejido social articulado por relaciones de dependencia y sujeción tradicional (no institucional), que le permitió controlar México durante casi 70 años.
[5] Un cine que si apela a personajes míticos y a continuidades históricas regionales para resarcir la justicia natural del orden andino frente al periodo de la violencia política, es el provinciano. Son las películas de horror provincianas, las ayacuchanas, puneñas y arequipeñas, las que reviven la tradición oral para presentarnos a pistacos, jarjachas y demonios, que tienen como misión equilibrar el caos iniciado por una modernización trunca (un Estado ausente) y por la brutalidad senderista y de las FFAA. El mundo andino se reivindica desde su propia tradición, desde su periferia (provincias) hacia Lima (el centro).
[6] Ver particularmente la referencia al film Madeinusa, de Claudia Llosa. (2007)
[7] Carol Clover ha mostrado con profundidad como en las películas de horror, en particular las de asesinos seriales y destazadores, cuando los personajes masculinos tradicionales (el sheriff, el doctor, el padre, etc.) quieren encontrar a los asesinos, resolver los enigmas o hallar las salidas, son ellos en su lógica racional y su insistencia en ponerse a cargo de las decisiones, los primeros en ser aniquilados. Esto claro esta simboliza la desautorización de su palabra, en términos lacanianos: la caída del nombre del padre: del poder, de la voz autorizada, de las normas sociales, etc.

BIBLIOGRAFÍA
BARROW, Sarah
2007 Violence, Nation and Peruvian Cinema: a critical análisis of Bajo la Piel. Francisco Lombardi (1996). En: A world torn apart. Representations of Violence in Latin American Narrative. Victoria Carpenter. Editora. Cultural Identity Studies, No 9. Peter Lang. European Academic Publishers. Berna
CLOVER, Carol
1992 Men, Women, and Chain Saws: Gender in the Modern Horror Film. Princeton Univ. Press, 1992; British Film Institute, 1992
FINK, Bruce
1997 Introducción clínica al psicoanálisis lacaniano. Barcelona. Gedisa
UBILLUZ, Juan Carlos,
2009 El fantasma de la nación cercada. En: “Contra el sueño de los justos: La literatura peruana frente a la violencia política”. IEP, Lima. Con Victor Vich y Alexandra Hibbett
ZIZEK, Slavoj
1999 El acoso de las fantasías. Siglo Veintiuno editores. México.



Runa Mula: “Construyendo Leyes” - Migraciones de Imaginarios

 Magaly Ávila

Sentada en mi escritorio y dispuesta a terminar un trabajo pendiente, escuché risas y correteos que no me dejaban trabajar (o empezar a hacerlo) en paz. Un poco fastidiada me dispuse a hacer callar a los causantes de mis nervios alterados, en ese preciso momento advertí una pausa, y después de ésta, una negociación se abrió paso.

Se trataba de mi madre,- de 64 años -, y mi sobrino,- de 6 años -, que habían estado jugando a las chapadas en el patio de la casa. Mi madre muy cansada pedía tiempo y mi sobrino exigía seguir jugando; entonces ella - con la habilidad que le dieron los años - le dijo que le contaría una historia, y él, ansioso de historias o pasatiempos como los denomina, aceptó.

Yo, hasta ese momento, seguía con ternura este hecho, hasta que a mi ternura le continuó la curiosidad, y me senté callada, detrás de las cortinas de mi habitación, a escuchar la historia que les pasare a narrar:


Hace muuúchos años, en la sierra, mi abuela me contó que una tía lejana de ella, se enamoro del cura del pueblo, y después de un tiempo, como fruto de esa relación, ella tuvo un hijo con él. Ella desde esa época se volvió la conviviente del cura, su querida, pero esta relación la mantenían en secreto para el pueblo, porque esto no era bien visto, era pecado.

Desde esa vez, cada mes que había luna llena, en la noche se le aparecía a la mujer el runa mula (1) que es mitad bestia, mitad hombre,- era el diablo transformado dicen-, y a la media noche la sacaba de la cama a la mujer del cura y la llevaba a la calle, y entonces el runa mula se montaba en la mujer, como si la fuera a cabalgar, y con sus talones,- que eran como las patas de la mula,- cascos duuúros -, le golpeaba en los senos, en cada esquina,- como cuando el jinete le mete los talones al caballo-, y le hacía gritar de dolor: esto, todo el pueblo lo escuchaba.

Le hacía recorrer por todo el pueblo, tooóda la noche, hasta el alba, y cuando cantaba un gallo o pasaba una persona, el runa mula desaparecía, y la mujer se quedaba ahí tirada. Luego después de cabalgarla toda la noche, la dejaba en su cama, paaálida, y esta mujer llegaba cansada, jadeante, botando baba, se pasaba días enteros sin poder comer, ni poder dormir, y así permanecía hasta que pasaban el tiempo y poco a poco se iba recuperando. Esto pasaba todos los meses, cada vez que había luna llena.

Se dice que era, porque el cura era una persona que se debía respetar, y a ella le pasaba esto porque estaba pagando el pecado de haberse metido con un cura.



Esta historia es contada por una mujer migrante, proveniente de Ancash, afincada en Lima hace más de 50 años. La cual posee un vínculo muy fuerte que hace que retorne cada año a su provincia y sea socia de un club provincial en Lima, como una forma de resistencia por mantener sus imaginarios culturales. En este afán, ella mantiene la práctica de la tradición oral, que utiliza para transmitir códigos culturales a su único nieto de 6 años.

La historia narrada, desprendida de las construcciones sociales y culturales andinas de la sierra norte del Perú, pasa a reproducir ciertos imaginarios de control social que conducirían a reprimir “relaciones fuera de la ley” con autoridades divinas o representantes de seres divinos en la tierra, como los sacerdotes católicos.

Esta es una relación abuela andina - nieto limeño, donde se dan practicas de oralidad y de transmisión cultural sostenidas en el distrito de San Isidro, provincia de Lima; en un ámbito costero, urbano de clase media. Trataré de elucidar a través del relato narrado (2), los imaginarios de los roles de género y las normas que son transmitidos, y las reproducciones de éste.

Esta narración es parte de las formas de tradición oral que se mantienen en el espacio rural o provincial, pero también fuera de él. En el que se regulan los comportamientos y los roles de género de una sociedad a través de la represión libidinal femenina, mediante historias que reprimen el goce; generalmente tienen un fuerte componente religioso, el cual es vinculado con los órganos de autoridad del estado: los militares y la iglesia.

La historia nos remite a una sociedad tradicional, conservadora, católica, que trata de reprimir la libre sexualidad, culpabilizándola, vinculándola con el imaginario católico de pecado. Es la imagen judeo-cristiana de la bestia tentando a Cristo, que se materializa en la mujer tentando al sacerdote, seguida del castigo divino para expiar las culpas.

El cuento tiene cuatro personajes:
  • La mujer: mujer; soltera; provinciana; amante de un sacerdote católico y madre del hijo que tuvo con éste. Es vista como el ser que “transgrede la norma”, la que “sede ante el deseo” en su búsqueda de placer. Es decir es vista como la tentación en el imaginario judeo-cristiano, la transgresora del orden.
  • El sacerdote: es visto como el representante de Dios sobre la tierra; la autoridad; rostro visible de la iglesia, la institución dominante, con poder económico, político, cultural y moral dentro de una sociedad con características tradicionales. Él es mencionado en la narración muy sutilmente, no es motivo de sanción moral ni castigo divino, se convierte más bien en casi victima en la narración, se le exime de pecado.
  • El runa mula - mitad hombre-mitad mula: es la imagen del hombre que personifica en la historia al macho dominante, porque se sube en la mujer y la cabalga; la mula es el animal hibrido, estéril. El runa mula es la imagen libidinal, de él se desprende una imagen sexualizada masculina, el poder fálico institucionalizado capaz de dar placer pero también de infligir dolor a través de la violación; el está,- en la narración -, para dar dolor, para dar displacer por los pecados cometidos por la mujer.
  • El hijo del sacerdote: es el hijo del pecado que nace de ellos, pero que no se visibiliza, que está soterrado, porque no se habla más de él,- o ella-, se percibe que se le anula de culpa, pero también de representación.


La culpa femenina

Hace muuúchos años, en la sierra, mi abuela me contó, que una tía lejana de ella, se enamoro del cura del pueblo, y después de un tiempo, como fruto de esa relación, ella tuvo un hijo con él. Ella desde esa época se volvió la conviviente del cura, su querida,- pero esta relación la mantenían en secreto para el pueblo, porque esto no era bien visto, era pecado -.

La historia se encuentra narrada en tiempo pasado, para darle mayor credibilidad y darle un carácter histórico. En la historia se dice que esta historia le pasó a una persona cercana,- amiga o familiar -, pero no tan cercana como para no identificarse demasiado con las repercusiones que de la historia se desprenden como lecciones de aprendizaje, pero además tiene que ver con que el “castigo divino” infringido a esta persona no tocara a la persona que narra la historia. El inconsciente social tiene un discurso de carácter más histórico, y hablo de un inconsciente social, porque estamos hablamos de lo social.

El primer párrafo, hace alusión a que “ella se enamoró del cura del pueblo”, es decir el objeto del deseo de ella era él; no se hace alusión a que él también se enamoró de ella o que hubo una pulsión sexual que terminó en una relación sexual consentida por ambos, o del carácter humano de él. Solo se menciona que del romance tuvieron un hijo - y luego no se menciona más al hijo, ¿es el objeto del deseo oculto en el inconsciente popular?-.

En este segmento y a lo largo de la narración no se menciona que ella era el objeto del deseo de él, este acto aparece como soterrado, Giddens (3) dice que el “amor romántico” fue feminizado, por eso en el texto se menciona que ella se enamora del cura del pueblo, el amor solo aparece del lado de la mujer, de él no se hace ninguna alusión referente al amor; también indica que la perdida de la virginidad en el caso de las mujeres se constituye en una especie de “entrega”, el cual a su vez constituía una especie de compromiso simbólico a futuro, mientras que para los hombres la pérdida de la castidad constituía “una ganancia” que no los compromete. Esto fue trabajado por Giddens para entender los procesos identitarios de las mujeres en las sociedades modernas europeas, en la que los roles de género y la libertad sexual de las mujeres existe, aunque el problema sigue siendo ejercitarla frente a las actitudes masculinas; y en relación con nuestro proceso latinoamericano y nacional, vale señalar que las mujeres han logrado cambios en los imaginarios y en las libertades sexuales pero al vivir en un espacio multicultural debo decir que estos elementos no son homogenizadores.

La historia desde el comienzo marca una censura al amor romántico y al amor pasional - lo libidinal -. Explicita que este romance es prohibido, que es un secreto para el pueblo por el temor a la censura. Aunque ésta queda implícita que sería sólo para la mujer, más no para el sacerdote -padre (el hombre); es como si naturalmente él sí tiene licencia para el deseo sexual, pero ella no. Que ella deseé obtener placer es innatural y debe ser castigado, Lacqueur (4), nos indica que las estudiosas feministas han demostrado que siempre es la sexualidad de la mujer la que está en constitución, la mujer es entendida como una categoría vacía, sólo ella parece tener ‘género’ puesto que la propia categoría se define como aquel aspecto de las relaciones sociales basado en la diferencia entre sexos, en el cual la norma sigue siendo el hombre, porque sencillamente ese ‘se’ es masculino. Por tanto la censura proviene del discurso patriarcal (o discurso fálico), la que crea el inconsciente, y que da lugar a un conflicto permanente. La mujer al mantener una relación clandestina con el sacerdote - hombre, tiene un goce prohibido, pero ella no puede prescindir del goce, a pesar de su prohibición social ella prolonga el goce, y lo materializa con un hijo.

La historia, le da el mayor peso simbólico al hecho de que ella sedujo al padre (sacerdote),- aunque esto no se dice explícitamente -, pero cuando se dice: “ella tuvo un hijo con él” o “se volvió ´su´ conviviente, ´su´ querida”, habla como si sólo ella llevara el peso de “la carga del deseo” o dicho en otras palabras como si el deseo fuera una culpabilidad femenina, el peso de lo prohibido por gozar, por haber roto la ley. Es decir, ella en su inconsciente, no desearía nada más que seguir violando la norma en búsqueda de incrementar su goce, pero al mismo tiempo, siente temor de ella y por eso el romance se produce a escondidas, a espaldas del pueblo. Le teme porque la desea, pero en este caso el temor es más fuerte que el deseo. Este deseo es instintivo, por tanto la tendencia a transgredir la norma persiste en el inconsciente.

A pesar de las prohibiciones, la relación se manifiesta y consolida, pues aunque esté prohibida y exista el temor por el hecho de estar con un sacerdote, ellos siguen conviviendo. La historia narra y subalterniza a la mujer, pero al mismo tiempo no visibiliza al sacerdote en su lado humano, como hombre, simplemente se limita a culpabilizar a la mujer, distrayendo a quien escucha la historia de la culpa, deseo y goce del sacerdote-hombre.


La mujer no puede gozar

Desde esa vez, cada mes que había luna llena, en la noche se le aparecía a la mujer el runa mula (5) que es mitad bestia, mitad hombre,- era el diablo transformado dicen-, y a la media noche la sacaba de la cama a la mujer del cura, y la llevaba a la calle.

Y entonces el runa mula se montaba en la mujer, como si la fuera a cabalgar, y con sus talones,- que eran como las patas de la mula,- cascos duuúros -, le golpeaba en los senos, en cada esquina,- como cuando el jinete le mete los talones al caballo-, y le hacía gritar de dolor: esto todo el pueblo lo escuchaba.


Los astros son elementos importantes e infaltables en el imaginario andino, inclusive la luna es un elemento femenino dentro de la cosmovisión andina, y aunque la luna llena atañe a la renovación,-haciendo un paralelismo con el ciclo menstrual de la mujer-, en esta historia ésta solo tiende a periodifícar el castigo por transgredir la norma.

En estos párrafos de la historia, se hace alusión al castigo divino a través de un ser hibrido,- el runa mula, que no es ni hombre ni animal, es decir no es ni una cosa, ni la otra, sino las dos cosas a la vez: mitad hombre-mitad bestia-, porque la mujer mantiene relaciones con el cura. Es decir se da una forma de control social y moral a través de creaciones o transformaciones de demonios o seres castigadores, jugando un poco con imaginario religioso o cosmológico de la zona andina, como una forma de hacer el discurso más cercano y por tanto transmisible.

El fundamento de la ley - dice Freud - es la culpa, solo si hemos internalizado la ley podemos sentir culpa, y la ley por ser una prohibición alimenta el deseo de transgredir, es decir el dilema de la tentación es latente pero el temor al castigo nos limita, o nos enseña (según esta historia), que no debemos transgredir la ley para no ser castigados, de manera que si transgredimos nos sentiremos culpables. Por consiguiente, obedecemos los mandatos de la ley únicamente para no sentir culpa, pero a su vez, la culpa es producida por la ley y sus prohibiciones.
Se hace alusión además a una imagen sexual, es decir que el runa mula se monta en la mujer como si la fuera a cabalgar, y “con sus patas la golpea en lo senos, en cada esquina”; se puede decir que la pulsión aflora siempre con una representación, ya que en el inconsciente estas pulsiones se encuentran censurados, pero los deseos siempre pugnan por salir al inconsciente, y salen en sueños o en historias, es decir esta historia puede ser una pulsión del pueblo que ha sido reprimida por las normas sociales y los códigos de socialización por los que se rige, pero de igual manera el deseo queda visibilizado.

Se puede hablar así mismo de la complicidad del pueblo por la infracción de la norma, porque por un lado se menciona que ellos ocultan su romance del pueblo por ser pecado, pero en la historia también se dice que el pueblo escuchaba los gritos de la mujer en la noche cuando es “castigada” por el runa mula, por tanto ellos saben del romance o convivencia entre la mujer y el padre, pero invisibilizaban el hecho para no culpabilizar al sacerdote,-a la autoridad religiosa y al orden masculino-, pero además, en correlación con el párrafo anterior esta pulsión de deseo atraviesa a todo el pueblo por tanto se puede desprender una permisividad y un placer soterrado al saber que uno(a) de ellos(as) infringió la ley religiosa.

Así mismo, se trata de dejar implícito la veracidad de esta historia a través de que todo el pueblo escuchaba los gritos de dolor de la mujer, escuchan el sufrimiento, el displacer del que ella era sujeto, y por tanto se genera una censura consiente. Freud indica que la transmisibilidad del tabú es probablemente lo que ha dado nacimiento a la creencia de la posibilidad de eludirlo por medio de ceremonia de expiación. La censura por tanto en este caso tiene un fundamento moral, discursivo por parte del pueblo, pero es funcional al querer transmitir los tabúes de este pueblo hacia los nuevos espacios donde las y los migrantes se han asentado.

Considero que la abuela al contar esta historia, no solo narra una simple historia como tal sino de manera consciente o inconsciente desea transmitir códigos culturales y represiones sociales hacia el nieto, introduciendo elementos para no transgredir la norma, pero además categorías de género en las cuales se condena el deseo y la búsqueda de placer femenino. Donde se reprime abiertamente la sexualidad femenina y se invisibiliza el goce y la supresión de la norma para el género masculino para quienes es permitido gozar su libertad sexual y sus deseos, donde el amor,- como dice Woolf-, es visto como una forma de dominación, en donde se entretejen las relaciones de poder de manera unilateral desde el lado masculino.


Polos opuestos

Le hacía recorrer por todo el pueblo, tooóda la noche, hasta el alba, y cuando cantaba un gallo o pasaba una persona, el runa mula desaparecía, y la mujer se quedaba ahí tirada. Luego después de cabalgarla toda la noche, la dejaba en su cama, paaálida, y esta mujer llegaba cansada, jadeante, botando baba por la boca, se pasaba días enteros sin poder comer, ni poder dormir, y así permanecía hasta que pasaba el tiempo, y poco a poco se iba recuperando. Esto pasaba todos los meses, cada vez que había luna llena.


De acuerdo a la narración, en la noche existe licencia para todo,- ¿Para el goce también?-, pero que también es la noche donde se encuentran los principales peligros, introduciendo en el imaginario, noche asociada a temor/placer/pecado; inclusive existe una licencia para los castigos. En cambio el día es el momento de calma, de sosiego, donde la mujer se recupera de la violencia, de la agresión, del castigo por haber infringido la ley.

En esta parte de la historia se indica que después de cabalgarla ella queda extenuada,-aunque no menciona si satisfecha, porque en el dolor también existe un tipo de placer-, pero se vislumbra el placer en el dolor, en este momento las represiones del inconsciente se han debilitado, y los deseos censurados pugnan por aflorar a la conciencia y realizarse, me atrevería a indicar que ella siente placer en esta violencia, porque es la búsqueda del placer la que la hace romper normas reincidentemente, la que des-sacraliza lo sagrado para el pueblo, para poder obtener placer inclusive a costa de un castigo eterno. Freud dice que la demanda de goce es lo que nos define como seres humanos, esto quiere decir que no podemos escapar de este imperativo, entonces se tiene que limitar el goce porque de lo contrario sufriremos, esta es una regulación social y cultural.

Ella al final logra recuperarse, y vuelve a reincidir, porque del texto se desprende que ella y el padre siguen siendo amantes, y por esto, ella paga “una culpa” ó “expía sus pecados”. Ella se recupera después de unos día pero solo para seguir sufriendo sistemáticamente el castigo divino, aunque aquí cabe una pregunta: ¿puede existir una alianza entre Dios y el demonio para castigar a la mujer?, quizá dentro de esta visión cultural, el cielo y el infierno no estén separados, entonces la idea de un Dios castigador, siga sumergida en el imaginario del poblador andino, y se ha movilizado junto con sus cuerpos a las grandes ciudades. ¿Es acaso esto, la representación simbólica del inconsciente?, donde todo es y nada es a la vez, este eterno estadio de conflicto. Lo irónico de la historia narrada es que toda la culpa de esta “relación impía” es encausada directamente hacía la mujer, al hombre no se le castiga, no sufre displacer, la licencia que se le da al género masculino es avasalladora en la historia, por tanto se replican guiones patriarcales los cuales son transmitidos a través de este tipo de historia, validando la búsqueda del placer y el deseo sexual masculino y subalternando y reprimiendo,- desde el inconsciente-, las pulsiones y búsqueda del placer femenino. En este caso vemos como ciertos patrones de machismo son replicados a través de historias y validados a través de la cultura.

Existe una masculinidad hegemónica y una feminidad hegemónica, en donde el discurso no necesariamente es excluyente o disgrega, pero simbólicamente se siguen transmitiendo las represiones hacia las mujeres y las licencias hacia los hombres.



Referencias

(1) Frase que contiene el quechua y español, runa significa hombre, y runa mula es el hombre- mula, denominación con que se le simboliza “al diablo”, en esta zona andina.
(2) El relato fue recogido de la fuente antes mencionada y se ha tratado de no alterar la narración discursiva, a fin de no alterar las construcciones culturales elaboradas a través de él.
(3) Anthony Giddens. La Transformación de la Intimidad: Sexualidad, Amor y Erotismo en las Sociedades Modernas (1992).
(4) Lacqueur, Thomas. Sobre el lenguaje y la carne. La Construcción del Sexo.
(5) Frase que contiene el quechua y español, runa significa hombre, y runa mula es el hombre mula, denominación con que se le simboliza “al diablo”, en esta zona andina.

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