martes, 12 de abril de 2011

Runa Mula: “Construyendo Leyes” - Migraciones de Imaginarios

 Magaly Ávila

Sentada en mi escritorio y dispuesta a terminar un trabajo pendiente, escuché risas y correteos que no me dejaban trabajar (o empezar a hacerlo) en paz. Un poco fastidiada me dispuse a hacer callar a los causantes de mis nervios alterados, en ese preciso momento advertí una pausa, y después de ésta, una negociación se abrió paso.

Se trataba de mi madre,- de 64 años -, y mi sobrino,- de 6 años -, que habían estado jugando a las chapadas en el patio de la casa. Mi madre muy cansada pedía tiempo y mi sobrino exigía seguir jugando; entonces ella - con la habilidad que le dieron los años - le dijo que le contaría una historia, y él, ansioso de historias o pasatiempos como los denomina, aceptó.

Yo, hasta ese momento, seguía con ternura este hecho, hasta que a mi ternura le continuó la curiosidad, y me senté callada, detrás de las cortinas de mi habitación, a escuchar la historia que les pasare a narrar:


Hace muuúchos años, en la sierra, mi abuela me contó que una tía lejana de ella, se enamoro del cura del pueblo, y después de un tiempo, como fruto de esa relación, ella tuvo un hijo con él. Ella desde esa época se volvió la conviviente del cura, su querida, pero esta relación la mantenían en secreto para el pueblo, porque esto no era bien visto, era pecado.

Desde esa vez, cada mes que había luna llena, en la noche se le aparecía a la mujer el runa mula (1) que es mitad bestia, mitad hombre,- era el diablo transformado dicen-, y a la media noche la sacaba de la cama a la mujer del cura y la llevaba a la calle, y entonces el runa mula se montaba en la mujer, como si la fuera a cabalgar, y con sus talones,- que eran como las patas de la mula,- cascos duuúros -, le golpeaba en los senos, en cada esquina,- como cuando el jinete le mete los talones al caballo-, y le hacía gritar de dolor: esto, todo el pueblo lo escuchaba.

Le hacía recorrer por todo el pueblo, tooóda la noche, hasta el alba, y cuando cantaba un gallo o pasaba una persona, el runa mula desaparecía, y la mujer se quedaba ahí tirada. Luego después de cabalgarla toda la noche, la dejaba en su cama, paaálida, y esta mujer llegaba cansada, jadeante, botando baba, se pasaba días enteros sin poder comer, ni poder dormir, y así permanecía hasta que pasaban el tiempo y poco a poco se iba recuperando. Esto pasaba todos los meses, cada vez que había luna llena.

Se dice que era, porque el cura era una persona que se debía respetar, y a ella le pasaba esto porque estaba pagando el pecado de haberse metido con un cura.



Esta historia es contada por una mujer migrante, proveniente de Ancash, afincada en Lima hace más de 50 años. La cual posee un vínculo muy fuerte que hace que retorne cada año a su provincia y sea socia de un club provincial en Lima, como una forma de resistencia por mantener sus imaginarios culturales. En este afán, ella mantiene la práctica de la tradición oral, que utiliza para transmitir códigos culturales a su único nieto de 6 años.

La historia narrada, desprendida de las construcciones sociales y culturales andinas de la sierra norte del Perú, pasa a reproducir ciertos imaginarios de control social que conducirían a reprimir “relaciones fuera de la ley” con autoridades divinas o representantes de seres divinos en la tierra, como los sacerdotes católicos.

Esta es una relación abuela andina - nieto limeño, donde se dan practicas de oralidad y de transmisión cultural sostenidas en el distrito de San Isidro, provincia de Lima; en un ámbito costero, urbano de clase media. Trataré de elucidar a través del relato narrado (2), los imaginarios de los roles de género y las normas que son transmitidos, y las reproducciones de éste.

Esta narración es parte de las formas de tradición oral que se mantienen en el espacio rural o provincial, pero también fuera de él. En el que se regulan los comportamientos y los roles de género de una sociedad a través de la represión libidinal femenina, mediante historias que reprimen el goce; generalmente tienen un fuerte componente religioso, el cual es vinculado con los órganos de autoridad del estado: los militares y la iglesia.

La historia nos remite a una sociedad tradicional, conservadora, católica, que trata de reprimir la libre sexualidad, culpabilizándola, vinculándola con el imaginario católico de pecado. Es la imagen judeo-cristiana de la bestia tentando a Cristo, que se materializa en la mujer tentando al sacerdote, seguida del castigo divino para expiar las culpas.

El cuento tiene cuatro personajes:
  • La mujer: mujer; soltera; provinciana; amante de un sacerdote católico y madre del hijo que tuvo con éste. Es vista como el ser que “transgrede la norma”, la que “sede ante el deseo” en su búsqueda de placer. Es decir es vista como la tentación en el imaginario judeo-cristiano, la transgresora del orden.
  • El sacerdote: es visto como el representante de Dios sobre la tierra; la autoridad; rostro visible de la iglesia, la institución dominante, con poder económico, político, cultural y moral dentro de una sociedad con características tradicionales. Él es mencionado en la narración muy sutilmente, no es motivo de sanción moral ni castigo divino, se convierte más bien en casi victima en la narración, se le exime de pecado.
  • El runa mula - mitad hombre-mitad mula: es la imagen del hombre que personifica en la historia al macho dominante, porque se sube en la mujer y la cabalga; la mula es el animal hibrido, estéril. El runa mula es la imagen libidinal, de él se desprende una imagen sexualizada masculina, el poder fálico institucionalizado capaz de dar placer pero también de infligir dolor a través de la violación; el está,- en la narración -, para dar dolor, para dar displacer por los pecados cometidos por la mujer.
  • El hijo del sacerdote: es el hijo del pecado que nace de ellos, pero que no se visibiliza, que está soterrado, porque no se habla más de él,- o ella-, se percibe que se le anula de culpa, pero también de representación.


La culpa femenina

Hace muuúchos años, en la sierra, mi abuela me contó, que una tía lejana de ella, se enamoro del cura del pueblo, y después de un tiempo, como fruto de esa relación, ella tuvo un hijo con él. Ella desde esa época se volvió la conviviente del cura, su querida,- pero esta relación la mantenían en secreto para el pueblo, porque esto no era bien visto, era pecado -.

La historia se encuentra narrada en tiempo pasado, para darle mayor credibilidad y darle un carácter histórico. En la historia se dice que esta historia le pasó a una persona cercana,- amiga o familiar -, pero no tan cercana como para no identificarse demasiado con las repercusiones que de la historia se desprenden como lecciones de aprendizaje, pero además tiene que ver con que el “castigo divino” infringido a esta persona no tocara a la persona que narra la historia. El inconsciente social tiene un discurso de carácter más histórico, y hablo de un inconsciente social, porque estamos hablamos de lo social.

El primer párrafo, hace alusión a que “ella se enamoró del cura del pueblo”, es decir el objeto del deseo de ella era él; no se hace alusión a que él también se enamoró de ella o que hubo una pulsión sexual que terminó en una relación sexual consentida por ambos, o del carácter humano de él. Solo se menciona que del romance tuvieron un hijo - y luego no se menciona más al hijo, ¿es el objeto del deseo oculto en el inconsciente popular?-.

En este segmento y a lo largo de la narración no se menciona que ella era el objeto del deseo de él, este acto aparece como soterrado, Giddens (3) dice que el “amor romántico” fue feminizado, por eso en el texto se menciona que ella se enamora del cura del pueblo, el amor solo aparece del lado de la mujer, de él no se hace ninguna alusión referente al amor; también indica que la perdida de la virginidad en el caso de las mujeres se constituye en una especie de “entrega”, el cual a su vez constituía una especie de compromiso simbólico a futuro, mientras que para los hombres la pérdida de la castidad constituía “una ganancia” que no los compromete. Esto fue trabajado por Giddens para entender los procesos identitarios de las mujeres en las sociedades modernas europeas, en la que los roles de género y la libertad sexual de las mujeres existe, aunque el problema sigue siendo ejercitarla frente a las actitudes masculinas; y en relación con nuestro proceso latinoamericano y nacional, vale señalar que las mujeres han logrado cambios en los imaginarios y en las libertades sexuales pero al vivir en un espacio multicultural debo decir que estos elementos no son homogenizadores.

La historia desde el comienzo marca una censura al amor romántico y al amor pasional - lo libidinal -. Explicita que este romance es prohibido, que es un secreto para el pueblo por el temor a la censura. Aunque ésta queda implícita que sería sólo para la mujer, más no para el sacerdote -padre (el hombre); es como si naturalmente él sí tiene licencia para el deseo sexual, pero ella no. Que ella deseé obtener placer es innatural y debe ser castigado, Lacqueur (4), nos indica que las estudiosas feministas han demostrado que siempre es la sexualidad de la mujer la que está en constitución, la mujer es entendida como una categoría vacía, sólo ella parece tener ‘género’ puesto que la propia categoría se define como aquel aspecto de las relaciones sociales basado en la diferencia entre sexos, en el cual la norma sigue siendo el hombre, porque sencillamente ese ‘se’ es masculino. Por tanto la censura proviene del discurso patriarcal (o discurso fálico), la que crea el inconsciente, y que da lugar a un conflicto permanente. La mujer al mantener una relación clandestina con el sacerdote - hombre, tiene un goce prohibido, pero ella no puede prescindir del goce, a pesar de su prohibición social ella prolonga el goce, y lo materializa con un hijo.

La historia, le da el mayor peso simbólico al hecho de que ella sedujo al padre (sacerdote),- aunque esto no se dice explícitamente -, pero cuando se dice: “ella tuvo un hijo con él” o “se volvió ´su´ conviviente, ´su´ querida”, habla como si sólo ella llevara el peso de “la carga del deseo” o dicho en otras palabras como si el deseo fuera una culpabilidad femenina, el peso de lo prohibido por gozar, por haber roto la ley. Es decir, ella en su inconsciente, no desearía nada más que seguir violando la norma en búsqueda de incrementar su goce, pero al mismo tiempo, siente temor de ella y por eso el romance se produce a escondidas, a espaldas del pueblo. Le teme porque la desea, pero en este caso el temor es más fuerte que el deseo. Este deseo es instintivo, por tanto la tendencia a transgredir la norma persiste en el inconsciente.

A pesar de las prohibiciones, la relación se manifiesta y consolida, pues aunque esté prohibida y exista el temor por el hecho de estar con un sacerdote, ellos siguen conviviendo. La historia narra y subalterniza a la mujer, pero al mismo tiempo no visibiliza al sacerdote en su lado humano, como hombre, simplemente se limita a culpabilizar a la mujer, distrayendo a quien escucha la historia de la culpa, deseo y goce del sacerdote-hombre.


La mujer no puede gozar

Desde esa vez, cada mes que había luna llena, en la noche se le aparecía a la mujer el runa mula (5) que es mitad bestia, mitad hombre,- era el diablo transformado dicen-, y a la media noche la sacaba de la cama a la mujer del cura, y la llevaba a la calle.

Y entonces el runa mula se montaba en la mujer, como si la fuera a cabalgar, y con sus talones,- que eran como las patas de la mula,- cascos duuúros -, le golpeaba en los senos, en cada esquina,- como cuando el jinete le mete los talones al caballo-, y le hacía gritar de dolor: esto todo el pueblo lo escuchaba.


Los astros son elementos importantes e infaltables en el imaginario andino, inclusive la luna es un elemento femenino dentro de la cosmovisión andina, y aunque la luna llena atañe a la renovación,-haciendo un paralelismo con el ciclo menstrual de la mujer-, en esta historia ésta solo tiende a periodifícar el castigo por transgredir la norma.

En estos párrafos de la historia, se hace alusión al castigo divino a través de un ser hibrido,- el runa mula, que no es ni hombre ni animal, es decir no es ni una cosa, ni la otra, sino las dos cosas a la vez: mitad hombre-mitad bestia-, porque la mujer mantiene relaciones con el cura. Es decir se da una forma de control social y moral a través de creaciones o transformaciones de demonios o seres castigadores, jugando un poco con imaginario religioso o cosmológico de la zona andina, como una forma de hacer el discurso más cercano y por tanto transmisible.

El fundamento de la ley - dice Freud - es la culpa, solo si hemos internalizado la ley podemos sentir culpa, y la ley por ser una prohibición alimenta el deseo de transgredir, es decir el dilema de la tentación es latente pero el temor al castigo nos limita, o nos enseña (según esta historia), que no debemos transgredir la ley para no ser castigados, de manera que si transgredimos nos sentiremos culpables. Por consiguiente, obedecemos los mandatos de la ley únicamente para no sentir culpa, pero a su vez, la culpa es producida por la ley y sus prohibiciones.
Se hace alusión además a una imagen sexual, es decir que el runa mula se monta en la mujer como si la fuera a cabalgar, y “con sus patas la golpea en lo senos, en cada esquina”; se puede decir que la pulsión aflora siempre con una representación, ya que en el inconsciente estas pulsiones se encuentran censurados, pero los deseos siempre pugnan por salir al inconsciente, y salen en sueños o en historias, es decir esta historia puede ser una pulsión del pueblo que ha sido reprimida por las normas sociales y los códigos de socialización por los que se rige, pero de igual manera el deseo queda visibilizado.

Se puede hablar así mismo de la complicidad del pueblo por la infracción de la norma, porque por un lado se menciona que ellos ocultan su romance del pueblo por ser pecado, pero en la historia también se dice que el pueblo escuchaba los gritos de la mujer en la noche cuando es “castigada” por el runa mula, por tanto ellos saben del romance o convivencia entre la mujer y el padre, pero invisibilizaban el hecho para no culpabilizar al sacerdote,-a la autoridad religiosa y al orden masculino-, pero además, en correlación con el párrafo anterior esta pulsión de deseo atraviesa a todo el pueblo por tanto se puede desprender una permisividad y un placer soterrado al saber que uno(a) de ellos(as) infringió la ley religiosa.

Así mismo, se trata de dejar implícito la veracidad de esta historia a través de que todo el pueblo escuchaba los gritos de dolor de la mujer, escuchan el sufrimiento, el displacer del que ella era sujeto, y por tanto se genera una censura consiente. Freud indica que la transmisibilidad del tabú es probablemente lo que ha dado nacimiento a la creencia de la posibilidad de eludirlo por medio de ceremonia de expiación. La censura por tanto en este caso tiene un fundamento moral, discursivo por parte del pueblo, pero es funcional al querer transmitir los tabúes de este pueblo hacia los nuevos espacios donde las y los migrantes se han asentado.

Considero que la abuela al contar esta historia, no solo narra una simple historia como tal sino de manera consciente o inconsciente desea transmitir códigos culturales y represiones sociales hacia el nieto, introduciendo elementos para no transgredir la norma, pero además categorías de género en las cuales se condena el deseo y la búsqueda de placer femenino. Donde se reprime abiertamente la sexualidad femenina y se invisibiliza el goce y la supresión de la norma para el género masculino para quienes es permitido gozar su libertad sexual y sus deseos, donde el amor,- como dice Woolf-, es visto como una forma de dominación, en donde se entretejen las relaciones de poder de manera unilateral desde el lado masculino.


Polos opuestos

Le hacía recorrer por todo el pueblo, tooóda la noche, hasta el alba, y cuando cantaba un gallo o pasaba una persona, el runa mula desaparecía, y la mujer se quedaba ahí tirada. Luego después de cabalgarla toda la noche, la dejaba en su cama, paaálida, y esta mujer llegaba cansada, jadeante, botando baba por la boca, se pasaba días enteros sin poder comer, ni poder dormir, y así permanecía hasta que pasaba el tiempo, y poco a poco se iba recuperando. Esto pasaba todos los meses, cada vez que había luna llena.


De acuerdo a la narración, en la noche existe licencia para todo,- ¿Para el goce también?-, pero que también es la noche donde se encuentran los principales peligros, introduciendo en el imaginario, noche asociada a temor/placer/pecado; inclusive existe una licencia para los castigos. En cambio el día es el momento de calma, de sosiego, donde la mujer se recupera de la violencia, de la agresión, del castigo por haber infringido la ley.

En esta parte de la historia se indica que después de cabalgarla ella queda extenuada,-aunque no menciona si satisfecha, porque en el dolor también existe un tipo de placer-, pero se vislumbra el placer en el dolor, en este momento las represiones del inconsciente se han debilitado, y los deseos censurados pugnan por aflorar a la conciencia y realizarse, me atrevería a indicar que ella siente placer en esta violencia, porque es la búsqueda del placer la que la hace romper normas reincidentemente, la que des-sacraliza lo sagrado para el pueblo, para poder obtener placer inclusive a costa de un castigo eterno. Freud dice que la demanda de goce es lo que nos define como seres humanos, esto quiere decir que no podemos escapar de este imperativo, entonces se tiene que limitar el goce porque de lo contrario sufriremos, esta es una regulación social y cultural.

Ella al final logra recuperarse, y vuelve a reincidir, porque del texto se desprende que ella y el padre siguen siendo amantes, y por esto, ella paga “una culpa” ó “expía sus pecados”. Ella se recupera después de unos día pero solo para seguir sufriendo sistemáticamente el castigo divino, aunque aquí cabe una pregunta: ¿puede existir una alianza entre Dios y el demonio para castigar a la mujer?, quizá dentro de esta visión cultural, el cielo y el infierno no estén separados, entonces la idea de un Dios castigador, siga sumergida en el imaginario del poblador andino, y se ha movilizado junto con sus cuerpos a las grandes ciudades. ¿Es acaso esto, la representación simbólica del inconsciente?, donde todo es y nada es a la vez, este eterno estadio de conflicto. Lo irónico de la historia narrada es que toda la culpa de esta “relación impía” es encausada directamente hacía la mujer, al hombre no se le castiga, no sufre displacer, la licencia que se le da al género masculino es avasalladora en la historia, por tanto se replican guiones patriarcales los cuales son transmitidos a través de este tipo de historia, validando la búsqueda del placer y el deseo sexual masculino y subalternando y reprimiendo,- desde el inconsciente-, las pulsiones y búsqueda del placer femenino. En este caso vemos como ciertos patrones de machismo son replicados a través de historias y validados a través de la cultura.

Existe una masculinidad hegemónica y una feminidad hegemónica, en donde el discurso no necesariamente es excluyente o disgrega, pero simbólicamente se siguen transmitiendo las represiones hacia las mujeres y las licencias hacia los hombres.



Referencias

(1) Frase que contiene el quechua y español, runa significa hombre, y runa mula es el hombre- mula, denominación con que se le simboliza “al diablo”, en esta zona andina.
(2) El relato fue recogido de la fuente antes mencionada y se ha tratado de no alterar la narración discursiva, a fin de no alterar las construcciones culturales elaboradas a través de él.
(3) Anthony Giddens. La Transformación de la Intimidad: Sexualidad, Amor y Erotismo en las Sociedades Modernas (1992).
(4) Lacqueur, Thomas. Sobre el lenguaje y la carne. La Construcción del Sexo.
(5) Frase que contiene el quechua y español, runa significa hombre, y runa mula es el hombre mula, denominación con que se le simboliza “al diablo”, en esta zona andina.

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